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LIBRO VI - capitoli: XLIX, LIV(I) - originale

CAPÍTULO XLIX

[…]

Los pisanos pasan a socorrer a Cáller. Como entendieron que Villar de Iglesias se rindió, pasaron a socorrer el castillo de Cáller; y sabiendo el infante de su venida por aviso del juez de Arborea, pasó a poner su real sobre el castillo a 24 de febrero; y teniendo su ejército junto, determinó de salir a pelear con los enemigos y darles la batalla en la mar; y mandó armar veinte galeras, porque con ser idas las del rey de Mallorca y haber perdido tanto número de gente no bastaban a armarse más.

[…]

Huyen los pisanos; y el infante va al fuerte de los suyos y edifica el castillo de Bonaire. Después desta victoria, el almirante, que estaba en el puerto del castillo de Cáller para impedir la entrada de las galeras de Pisa y que no echasen gente en tierra, mandó salir sus galeras contra los pisanos, y no lo osaron esperar y se pusieron en huída dejando todos los navíos cargados de municiones y vituallas. Fuése el infante con toda la honra y estimación que se pudo ganar por la persona de un príncipe muy valeroso al fuerte que tenían los suyos sobre el castillo de Cáller que estaba en gran estrecho; a donde mandó labrar una villa con su castillo que le puso nombre Bonaire; y tuvo cercado aquel castillo por mar y por tierra a donde se habían recogido todos los pisanos de la isla y los que escaparon de la batalla. Y el juez de Arborea llegó dende a dos días a juntarse con el infante, y no se halló en la batalla por haber ido a recoger toda la gente de la isla para resistir al poder de los enemigos.

[…]

 

CAPÍTULO LIV (I)

G[ran variedad de sucesos en la conquista de Cerdeña.] Fueron las cosas que sucedieron en el principio desta conquista de grande variedad; y conocióse bien por el suceso dellas que no es el poder y mucha pujanza la que remata y da fin a las grandes empresas, y que todo consiste en la disposición y providencia con que Dios ordena y encamina las cosas, que da o quita la victoria. Porque con ir el infante con una armada y ejército muy poderoso y de muy principal y escogida gente, no hubo quien no tuviese esperanza que no habría de hallar resistencia, y toda la confianza era en sus propias fuerzas.

Sucedieron las graves enfermedades y mortandad grande de los más principales que tenía consigo, de quien dependía el consejo y era gran parte de su poder; de lo cual el infante y todos los suyos recibieron gran turbación, y estuvo el hecho en mucho peligro: y ordenólo así nuestro Señor para mayor gloria suya y porque no estribase toda su esperanza en lo que ellos podían. Tras esto se siguió rendirse Villa de Iglesias después de tantos trabajos para cuya expugnación pareció que les fallecían fuerzas. Y de allí adelante las cosas sucedieron con grande prosperidad.

Trata Bernabé de Oria la paz entre el común de Pisa y el infante. Procediendo con estas victorias a continuar el cerco contra el castillo de Cáller, llegando la segunda armada que el rey envió a Cerdeña por el mes de junio, desconfiaron del todo los enemigos y determinaron de tomar el mejor partido que pudiesen; y postreramente Bernabé de Oria, que había tratado diversas veces de concordia entre el infante y el común de Pisa, trajo consigo en una galera los embajadores de aquella señoría; y llevaban poder para asentar la concordia y entregar las fuerzas que tenían en la isla; y después de diversos tratados que se tuvieron, siendo Bernabé de Oria el medianero, se concertaron en el tratado de la paz y se firmó por el infante y síndico de la señoría.

Condiciones de la paz asentada. Fueron estas las condiciones de la paz que se concordaron entre el infante y Bene de Calci embajador y síndico del común de Pisa: que hubiese perpetua paz entre el rey de Aragón y el infante y el común de Pisa y sus valedores y vasallos, y se pusiesen en libertad los prisioneros; y que los pisanos y los de su distrito pudiesen morar y residir como fieles del rey de Aragón en los lugares de la isla y en las otras tierras y señoríos de la corona de Aragón y contratasen en ellos. Cuanto a la diferencia que había sobre el derecho de la isla y reino de Cerdeña, se concertaron que el infante, en nombre del rey, diese en feudo perpetuo según la costumbre de Italia, el castillo de Cáller al común de Pisa con el territorio dél, que allá llaman apendicios, es a saber, las villas de Estampax y de Vilanova y con el puerto del mismo castillo y con el estaño que está a la parte de Estampax. Reservóse el infante en el dominio de la corona real las salinas que están junto del castillo de Cáller, y sobre ellas señaló que se diesen al común de Pisa dos mil libras de aquilios pequeños, que Vilano los llama genovinos: y se habían de pagar el día de navidad en la casa de las salinas; y los del castillo y aquellas villas de su término habían salinas eran del común de Pisa; y el común había de dar al rey y a sus sucesores, en la fiesta de navidad, mil libras de la misma moneda en aquella casa de las salinas por el censo y reconocimiento del dominio del feudo.

Exceptóse en el vasallaje, que los pisanos habían de hacer al rey de Aragón, que no fuesen obligados de servirle ni dar ayuda alguna fuera de los límites del reino de Cáller.

[investidura, pleito homenaje y renuncias.] Y luego el infante, con la solemnidad y ceremonia acostumbrada, dio la investidura al embajador en nombre de la señoría; y él se obligó que Rainer, conde de Donorático y sus sucesores harían homenaje de fidelidad y de guardar esta capitulación. También el alcaide del castillo, que se decía Ciolo Grasulano, Juan Chimino y Pedro Federico, capitanes, hicieron juramento en manos del infante que guardarían esta paz todo el tiempo que tuviesen la guarda del castillo; y prometió el embajador que se daría orden que los capitanes y alcaides que se enviasen por el común de Pisa de allí adelante, hiciesen pleito homenaje de guardar y cumplir estas condiciones.

Por razón deste feudo el embajador, en nombre de la señoría, renunció en el rey y en sus sucesores cualquier derecho que le pudiese pertenecer en las islas de Cerdeña y Córcega y en cualesquiere ciudades, villas y lugares, puertos, minas y dehesas, y el mero, mixto imperio y otra cualquiere jurisdicción. Con esto se prometió de mandar luego entregar y restituir al infante los castillos y fortalezas de Aguafreda, Terranova, Quirra, Faba, Oposada y de Gucoyteli, y la villa de Petresa y otras fortalezas que se tenían en la isla de Cerdeña por el común de Pisa, y que se absolvería de cualquier homenaje para que obedeciesen al infante.

[fecha de firma de esta paz.] Esta paz se concordó no el día que se señala en la historia del rey don Pedro, sino a 19 del mes de junio deste año, en el campo, estando el infante en su tienda y el embajador de la señoría de Pisa y el juez de Arborea Bernabé de Oria, Felipe de Saluces, don Guillén de Anglesola, el almirante Francés Carroz, don Guillén de Cervellón, Francisco Iachio, Pino de Sacetta, Bono de Brachiis, Bartolomé Tadi, caballeros y ciudadanos pisanos.

Antes que la capitulada paz se firmase, se entregó el castillo de Cáller al infante. En el mismo tiempo que esto se trataba en la tienda del infante y antes que la capitulación se firmase, el castillo se entregó al infante; y se apoderaron dél los suyos, y se puso el estandarte del rey en la torre de la iglesia mayor por un caballero de don Pedro de Luna, a quien por lo que había servido en esta guerra y por los servicios de don Pedro Martínez de Luna su padre -que era aún vivo en este tiempo- el rey le hizo su lugarteniente en el oficio de señalero y alférez de la iglesia en lugar de don Pedro Fernández señor de Íjar que había dejado el siglo y se hizo religioso profeso de la orden de los predicadores.

Y entró con cien caballeros en el castillo: y don Juan Ximénez de Urrea, señor de Biota, mandó poner el del infante en la torre principal que estaba sobre la puerta de Oristán.